¿Por qué es tan importante la confianza en las relaciones de pareja? Todos sabemos que la confianza en la pareja es uno de los pilares más importantes, el afecto positivo y el bienestar de los vínculos dependen en buena medida de ella. En los términos de John Gottman, la confianza no se refiere a un concepto vago o indeterminado, sino a un conjunto de conductas, creencias o emociones que nos hacen estar dispuestos a modificar nuestro propio comportamiento con el fin de hacer sentir mejor o beneficiar a nuestro compañero o compañera. Si vamos al plano emocional, experimentamos una especie de sensación de paz y tranquilidad, relacionada directamente con la idea de que nuestra pareja no hará nada que nos perjudique y que cuidará de lo que para nosotros es valioso, sobre todo cuando no estemos presentes. Está comprobado que sentir confianza en la relación permite eliminar una enorme fuente de estrés, porque nos posibilita actuar y decidir sin disponer de toda la información necesaria, básicamente funciona como un regulador del estrés, ayudando a contrarrestar la incertidumbre del día a día a la que nos enfrentamos en distintos ámbitos de nuestras vidas. Gracias a la confianza, podemos ahorrar una gran cantidad de tiempo y energía emocional, dejando nuestra mente libre para ocuparnos de otras cuestiones que no se relacionan con el comportamiento o las intenciones de la persona que elegimos. Cuando contamos con una relación donde la confianza es fuerte, nos alegramos con los éxitos de nuestra pareja y nos ponemos mal con su tristeza o preocupación. En una relación donde prima la confianza no hay espacio para experimentar bienestar si ello implica el perjuicio de la persona amada. La confianza está íntimamente ligada a la posibilidad de experimentar amor, de sentir aprecio y de valorar al ser querido; se nutre de la empatía y de la disposición a estar atentos de las necesidades y expectativas del otro/a. Sin embargo, suele suceder que, a lo largo del tiempo, tenemos momentos en los que, por distintos motivos o razones, intentamos conectar y no encontramos, o no encuentra nuestra pareja en nosotros, una respuesta recíproca. El estrés laboral, los problemas de salud, la tarea de acompañar el crecimiento de nuestros hijos, etc. puede enfrascarnos en nuestra propia realidad, interfiriendo significativamente en el registro y respuesta a los intentos de conexión de la pareja. Y lo peor de todo, es que sin querer y sin darnos cuenta, vamos perdiendo ese capital tan ansiado y valioso, vamos cerrando puertas que el otro ofrece abrir, nos volvemos indiferentes a sus invitaciones explícitas o implícitas. Vamos dejando de conectarnos con su mundo interno, con sus necesidades, temores y sueños, entrando en un espiral que nos cierra aún más puntos de conexión con la persona que más nos importa. Hay que preocuparse cuando todo esto se prolonga en el tiempo, es simple, si tenemos un montón de intentos fallidos de conexión, a todos nos comienzan a surgir dudas: ¿Qué pasa? ¿Hay alguien más? ¿Por qué me rechaza?, y encima, la situación empeora cuando empezamos a sentirnos solos, o no tenidos en cuenta. Es normal que si nuestra pareja o nosotros mismos, no somos capaces de reconocer esta brecha y tratar de repararla, minimizamos o ignoramos aquello que nos están expresando, lo único que generamos es un incremento del malestar, profundizando la distancia emocional y el sentimiento de soledad. Todos tendemos a recordar más aquello que no hemos podido resolver, y es muy probable que ideas y reflexiones asociadas a esta situación comiencen a ocupar gran parte de nuestro pensamiento diario, abonando un terreno fértil para que el malestar y los sentimientos negativos crezcan, empezamos a ver a nuestra pareja como un adversario y nuestra predisposición hacia la conexión y el afecto positivo claramente comienza a verse afectada. No pasará mucho tiempo sin que nosotros o nuestra pareja se sienta inmersa en un clima de negatividad, donde las discusiones que abruman parecen surgir de la nada y escalan de forma incomprensible mientras nos herimos mutuamente sin poder reparar el daño que nos hacemos. Si se instala la desconfianza y perdemos la fe, los acuerdos se vuelven casi imposibles de lograr, debido a que buscamos que sea el otro el que modifique su manera de actuar, centrándonos en nuestros propios intereses, sin tener en cuenta los del compañero/a. Todo termina, cuando ninguno acepta incluir en su agenda el bienestar de la persona que tiene al lado. Cuando estamos en esta situación, lo más importante es ser conscientes de esto, y si realmente queremos cambiarlo, debemos reconstruir la confianza, es ella quien nos proveerá un marco para que el afecto positivo renazca y crezca, reduciendo paulatinamente la tensión y estimulando la capacidad de responder con interés genuino a las aproximaciones e intento de conexión que nos brinden o brindemos. No podemos salir de la negatividad haciendo foco solamente en el manejo de los conflictos, es necesario volver a conectar, tener pequeños gestos que alimenten un clima de admiración y cariño, necesitamos restaurar el sentimiento básico de confianza, sino, no hay muchas posibilidades de que seamos felices en nuestras parejas. Artículo basado en el libro de John Gottman y Nan Silver: ¿Qué hace que el amor perdure? Editorial Paidós. Lic. Cecilia Gelfi / Lic. Sebastián Mosquera ¿Por qué es tan importante la confianza en las relaciones de pareja? Todos sabemos que la confianza en la pareja es uno de los pilares más importantes, el afecto positivo y el bienestar de los vínculos dependen en buena medida de ella. En los términos de John Gottman, la confianza no se refiere a un concepto vago o indeterminado, sino a un conjunto de conductas, creencias o emociones que nos hacen estar dispuestos a modificar nuestro propio comportamiento con el fin de hacer sentir mejor o beneficiar a nuestro compañero o compañera. Si vamos al plano emocional, experimentamos una especie de sensación de paz y tranquilidad, relacionada directamente con la idea de que nuestra pareja no hará nada que nos perjudique y
¿Cuándo consultar con un especialista en Terapia de Pareja?
¿Cuándo consultar con un especialista en Terapia de Pareja? Contactar un terapeuta de pareja suele ser una decisión difícil. Hay investigaciones que muestran que las parejas que consultan a un especialista llevan un promedio de 6 años de sentirse mal con la relación e hicieron muchos intentos de solución fallidos antes de realizar el primer llamado. Sí, si estás leyendo este artículo es muy probable que estés dentro de este promedio. Son muchos los motivos que nos llevan a dudar a la hora de iniciar una terapia de pareja. En primer lugar; si hay dos personas, hay dos perspectivas del problema, incluso lo que puede ser un problema para uno puede no serlo para el otro. Así nos encontramos con el primer obstáculo: que ambos acuerden en la necesidad de recurrir a un terapeuta para asesorarse. Por otra parte, no siempre es fácil disponer del dinero y del tiempo para coordinar agendas. En este punto es importante pensar: ¿cuánto podemos beneficiarnos de un abordaje adecuado en el momento oportuno? Aun cuando ambos consideren la terapia como una forma válida de mejorar los problemas y dispongan de los recursos necesarios para emprender la consulta pueden surgir dudas sobre si será o no necesario hacerlo, si no sería mejor esperar un poco y ver si los problemas se van resolviendo sin necesidad de un dispositivo terapéutico. Entonces, ¿qué debemos evaluar para saber si comenzar con la terapia de pareja? Muchas veces se llega este tipo de espacios luego de reiteradas discusiones y una gran dificultad para lograr acuerdos. Sin embargo, hay otras áreas de la relación que merecen ser observadas con mayor detalle y que son tan centrales, o incluso más, que la capacidad que tengamos de gestionar nuestras diferencias. Si tenes dudas, te acercamos algunas preguntas, que desde la perspectiva del Método Gottman, pueden ayudarte a valorar el estado actual de tu relación de pareja y decidir si es tiempo de hacer una consulta. 1. Conocimiento mutuo: ¿En qué medida nos conocemos? Intereses, deseos, sueños, expectativas, actividades, amistades, temores. ¿Son áreas que conocemos y revelamos a nuestra pareja? ¿Nos sentimos cercanos o comenzamos a ser desconocidos el uno para el otro? En las relaciones que reportan mayor bienestar esta información es actualizada periódicamente, mediante momentos de conexión y conversaciones profundas, hay un espacio en la propia mente reservado para representarnos quién es nuestro compañero/a. Se trata de estar al día en lo que siente y piensa nuestra pareja, ya que, como seres humanos, estamos en un proceso de cambio permanente. 2. Admiración y cariño: ¿En qué medida somos capaces de sentir afecto y admiración por nuestra pareja y en qué medida somos capaces de expresarlo asertivamente? ¿Cuán admirado y querido se siente nuestro compañero/a? ¿Sentimos el amor y la admiración hacia nosotros/as por parte del otro/a? El cariño y la admiración son componentes fundamentales de las relaciones de pareja y una vez que se afectan o se pierden, son los aspectos más complejos de abordar. Sentir falta de amor o valoración está asociado a un incremento del desprecio en las conversaciones sobre desacuerdos y es un claro predictor de divorcio. 3. Manejo del conflicto: ¿Podemos conversar sobre aquellas cuestiones que son conflictivas o sobre esos temas en los que tenemos diferencias fundamentales sin dañarnos o faltarnos el respeto? ¿Podemos lograr acuerdos en los que ambos nos sintamos respetados/as? Todas las parejas se encuentran a diario con conflictos, algunos pueden resolverse y otros incluso, los acompañan a lo largo de toda la vida. Lo que debemos observar en este caso, no es tanto la presencia de desacuerdos sino la forma en que conversamos sobre ellos, que tan respetados y escuchados nos sentimos cuando planteamos una diferencia. 4. Hacer que los sueños de la vida se hagan realidad. ¿Conocés los sueños y aspiraciones de tu pareja? ¿Tu pareja conoce los tuyos? ¿En qué medida sentís el apoyo, la atención y el respeto a tus propios sueños o proyectos? Es importante que la pareja pueda ser un lugar seguro, de sostén, en el que cada persona pueda apoyarse para desarrollar y desplegar sus intereses y propósitos individuales. Reflexionar y registrar qué sienten alrededor de estas preguntas puede ayudarlos a decidir si es tiempo de pedir ayuda. ¿Preparados? La terapia de pareja puede ser un lugar de encuentro, conexión y crecimiento. Lic. Cecilia Gelfi / Lic. Sebastián Mosquera ¿Cuándo consultar con un especialista en Terapia de Pareja? Contactar un terapeuta de pareja suele ser una decisión difícil. Hay investigaciones que muestran que las parejas que consultan a un especialista llevan un promedio de 6 años de sentirse mal con la relación e hicieron muchos intentos de solución fallidos antes de realizar el primer llamado. Sí, si estás leyendo este artículo es muy probable que estés dentro de este promedio. Son muchos los motivos que nos llevan a dudar a la hora de iniciar una terapia de pareja. En primer lugar; si hay dos personas, hay dos perspectivas del problema, incluso lo que puede ser un problema para uno puede no serlo para el otro. Así nos encontramos con el primer obstáculo: que ambos acuerden en la necesidad de recurrir a un terapeuta para asesorarse. Por otra parte, no siempre es fácil disponer del dinero y del tiempo para coordinar agendas. En este punto es importante pensar: ¿cuánto podemos beneficiarnos de un abordaje adecuado en el momento oportuno? Aun cuando ambos consideren la terapia como una forma válida de mejorar los problemas y dispongan de los recursos necesarios para emprender la consulta pueden surgir dudas sobre si será o no necesario hacerlo, si no sería mejor esperar un poco y ver si los problemas se van resolviendo sin necesidad de un dispositivo terapéutico. Entonces, ¿qué debemos evaluar para saber si comenzar con la terapia de pareja? Muchas veces se llega este tipo de espacios luego de reiteradas discusiones y una gran dificultad para lograr acuerdos. Sin embargo, hay otras áreas de la relación que merecen ser observadas con mayor detalle y
¿Qué distingue a las parejas felices?
¿Qué distingue a las parejas felices? Las parejas perfectas no existen. Tampoco existen manuales o recetas que nos garanticen la felicidad en las relaciones. Cada pareja necesita encontrar su forma, su estilo, su manera particular de compartir la vida con el otro/a. Lo que sí sabemos, gracias a las investigaciones del Instituto Gottman, es que existen tres aspectos que caracterizan a las parejas que son felices y se llevan bien. 1. Cuando una pareja funciona, la AMISTAD es un ingrediente fundamental. Cuando la otra persona es mi amiga, hay interés y curiosidad permanente por saber cómo está, qué siente, qué le preocupa, cuáles son sus miedos, sus sueños y las cosas importantes para él o para ella. Ser amigos implica acompañarnos y estar atentos a lo que el otro/a necesita. En las parejas felices, el amor y la admiración circulan con fluidez, el cariño se demuestra con pequeños gestos, con palabras, con tiempo de calidad. Son parejas que le encuentran la vuelta y generan los espacios para poder pasar tiempo juntos. Sabemos que la amistad es la mejor protección contra los sentimientos negativos. Los pensamientos amorosos que tienen el uno sobre el otro y la valoración positiva de su relación, prevalecen sobre los aspectos negativos. Si hay una «preponderancia de sentimientos positivos» hace falta mucha más negatividad para afectar o dañar la relación. 2. Otra característica fundamental de las parejas felices es que tienen la capacidad de poner en juego REPARACIONES EFECTIVAS. El intento de reparación, en el contexto de pareja, implica cualquier frase o acción, cómica o no, que impida que la negatividad aumente sin control. Es una habilidad muy simple pero poderosa. Por ejemplo, cuando una conversación empieza a ponerse difícil y aumenta la tensión, alguno de los dos puede hacer un comentario o gesto que les permita relajarse para continuar hablando. O si uno se da cuenta que dijo algo hiriente, inmediatamente pide disculpas e intenta que esa afirmación no deje secuelas en el otro/a. En las parejas que funcionan, las personas son buenas reparando, pero también, y es lo más importante, están abiertas y dispuestas a aceptar los intentos de reparación del otro/a. 3. El PROPÓSITO COMPARTIDO es el último componente clave. En las parejas que reportan bienestar, existe un “nosotros”, hay algo más que la individualidad de cada uno. Estas parejas sienten que hay una vida interior compartida: hay símbolos y rituales que les son propios, hay un código que solo ellos pueden entender en su totalidad y hay valores e ideales que los unen e identifican como pareja y como familia. Lic. Cecilia Gelfi ¿Qué distingue a las parejas felices? Las parejas perfectas no existen. Tampoco existen manuales o recetas que nos garanticen la felicidad en las relaciones. Cada pareja necesita encontrar su forma, su estilo, su manera particular de compartir la vida con el otro/a. Lo que sí sabemos, gracias a las investigaciones del Instituto Gottman, es que existen tres aspectos que caracterizan a las parejas que son felices y se llevan bien. 1. Cuando una pareja funciona, la AMISTAD es un ingrediente fundamental. Cuando la otra persona es mi amiga, hay interés y curiosidad permanente por saber cómo está, qué siente, qué le preocupa, cuáles son sus miedos, sus sueños y las cosas importantes para él o para ella. Ser amigos implica acompañarnos y estar atentos a lo que el otro/a necesita. En las parejas felices, el amor y la admiración circulan con fluidez, el cariño se demuestra con pequeños gestos, con palabras, con tiempo de calidad. Son parejas que le encuentran la vuelta y generan los espacios para poder pasar tiempo juntos. Sabemos que la amistad es la mejor protección contra los sentimientos negativos. Los pensamientos amorosos que tienen el uno sobre el otro y la valoración positiva de su relación, prevalecen sobre los aspectos negativos. Si hay una «preponderancia de sentimientos positivos» hace falta mucha más negatividad para afectar o dañar la relación. 2. Otra característica fundamental de las parejas felices es que tienen la capacidad de poner en juego REPARACIONES EFECTIVAS. El intento de reparación, en el contexto de pareja, implica cualquier frase o acción, cómica o no, que impida que la negatividad aumente sin control. Es una habilidad muy simple pero poderosa. Por ejemplo, cuando una conversación empieza a ponerse difícil y aumenta la tensión, alguno de los dos puede hacer un comentario o gesto que les permita relajarse para continuar hablando. O si uno se da cuenta que dijo algo hiriente, inmediatamente pide disculpas e intenta que esa afirmación no deje secuelas en el otro/a. En las parejas que funcionan, las personas son buenas reparando, pero también, y es lo más importante, están abiertas y dispuestas a aceptar los intentos de reparación del otro/a. 3. El PROPÓSITO COMPARTIDO es el último componente clave. En las parejas que reportan bienestar, existe un “nosotros”, hay algo más que la individualidad de cada uno. Estas parejas sienten que hay una vida interior compartida: hay símbolos y rituales que les son propios, hay un código que solo ellos pueden entender en su totalidad y hay valores e ideales que los unen e identifican como pareja y como familia. Lic. Cecilia Gelfi